sábado, 4 de abril de 2015

Carlos Fuentealba




Carlos Fuentealba

Presente, ahora y siempre...




Para Carlos y su lucha, nuestro recuerdo y nuestro respeto…


La Memoria es un viento que siempre hay que respirar.  Pero hay algunos (¿muchos?) que buscan detener los vientos.  Soplemos entonces, hamaquemos nuestros brazos para que el viento siga.
Hace 7 años, en un puente muy lejano en la estepa neuquina empecinada en encerrar un valle verde, la vida y la memoria se volvieron a llenar de sangre. Carlos Fuentealba, docente, era asesinado por reclamar que la vida fuera mejor, que lo justo se acercara a los pies de los que laburan.
Era asesinado porque estaba armado de sueños, estaba armado de ganas, estaba armado de determinación por un mundo mejor.
Las armas de Carlos Fuentealba eran muy peligrosas y los centuriones del poder lo ejecutaron con las otras armas, cargadas de metal, brutalidad e ignorancia.
Carlos Fuentealba es Julio Lopez, es Luciano Arruga, es la ausencia de Marita Veron, es Isauro Arancibia, es Maximiliano Kosteki, es Darío Santillán, es todos, es muchos, es algunos.
Es la enésima sangre que la bestialidad del sistema derrama...
Leí alguna vez una bellísima frase: "Los docentes son los tejedores de la civilización".
No importa si es cierto.
Un 4 de Abril el tejido volvió romperse.
Tenemos mucho trabajo entonces. Hay que zurcir, reparar, crear.
Al día siguiente de ese 4 de abril hubo pibes que esperaron a su profe y este nunca entró al aula.
Hubo un pizarrón vacío.
Un silencio devastador.
La última lección del profe Fuentealba.
Tenemos que levantar esos libros caídos, tenemos que limpiar ese desorden que deja la muerte, secarnos las lágrimas y seguir escribiendo para que los pibes sepan que la muerte mata pero la memoria vence.
Los miserables deben saber que seguimos enseñando.

Carlos Melone


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